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¿Sabes qué es la aversión al sexo?

Por Evelyn Hormazábal

La aversión al sexo es una condición caracterizada por el rechazo extremo, recurrente y persistente a todo tipo de contacto sexual con otra persona. Este trastorno hace que se evite, bajo toda circunstancia, cualquier relación íntima con la pareja, lo que va desde las caricias o besos hasta el contacto genital y la penetración.

Éste es un problema que va más allá de la falta de deseo sexual. Quien padece aversión al sexo, siente asco y repulsión con sólo considerar o pensar que pudiese llegar al acto sexual. Es como una fobia donde el miedo, la ansiedad generalizada y la amenaza son algunas de las sensaciones que experimenta la persona, lo que como consecuencia le provoca ahogos, mareos, sudoración intensa, desmayos, aumento en la frecuencia cardiaca, náuseas y tensión muscular.

Sus efectos dañan a la pareja y la relación misma, deteriorándola o terminando con ella; sin embargo, es mucho más que eso. El afectado de esta patología sufre y se angustia enormemente, ya que puede querer mantener una relación sentimental duradera en el tiempo, pero no pueden debido a esta disfunción. Además, no tiene la oportunidad de explorar y sentir todos los beneficios físicos y emocionales que significa vivir una sexualidad sana y placentera.

Debido a la poca investigación médica y científica realizada en esta materia, no es posible definir un perfil muy elaborado o exacto de quien la padece. Incluso, se cree que el número de personas que sufre de esta disfunción sexual es mucho mayor al que se piensa, pues por vergüenza, resignación o por desconocer que tiene mejoría, prefieren callarlo y no buscar ayuda profesional. No obstante, sí se puede asegurar que la causa más frecuente de la aversión se debe, en su mayoría, a factores psicológicos por traumas anteriores (violaciones, incesto, aborto, infidelidad, etc), una actitud negativa hacia el sexo debido a una educación rígida o errónea sobre sexualidad, experiencias desagradables o expectativas irreales, cambios hormonales, autoestima baja, orientación sexual no asumida, trastornos mentales, entre otras. Pese a lo anterior, el dolor físico también puede causar odio, pánico y evasión de la práctica sexual.

La solución a esta condición médica no es sencilla. El especialista en sexualidad deberá trabajar junto al paciente – y dependiendo del caso con su pareja- para entender y dilucidar qué lo llevó a este extremo en su vida sexual, siendo la terapia psicológica una de las alternativas más viables para lograr una mejoría en el tiempo.

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